Algunas veces al cocinar una
carne asada nos encontramos con
dificultades para que quede a nuestro gusto, pues puede quedar deliciosa por
fuera pero no de la misma manera en el interior.
Este truco te permitirá preparar la
mejor carne asada sin necesidad de convertirte en todo un experto chef ni
recurrir a preparaciones especiales.
Lo único que necesitas es un poco de agua,
sal y, por supuesto, la carne que vas a cocinar.
Lo que debes hacer es tomar la carne y
sumergirla durante unas horas –preferiblemente desde el día anterior- en una
mezcla de agua con sal.
La intensidad de la sal depende de tu gusto y del
tamaño de la pieza de carne que vas a cocinar.
Al asarla, notarás cómo la carne
adquiere una textura muy apetitosa en su parte exterior y conservará el sabor
en la interior. Además, se cocinará de
manera uniforme y, así, podrás disfrutar de un delicioso plato.
Este truco
podrás aplicarlo con casi cualquier tipo de carne.